El arte es la realización de una actividad basada en un lenguaje subjetivo donde la libertad expresiva es el fundamento y sentido vital de su génesis. Concibo el arte como un medio necesario de comunicación y transformación, que ordena y da forma al ser humano, al recrearnos desde lo más íntimo de nuestro ser interior.
Es un refugio del alma, en donde expresamos una visión sensible acerca del mundo que vivimos y cómo transformamos esa percepción a cada paso de nuestra existencia y evolución. El Arte es la manifestación de la vida y también de la muerte, fluye en un movimiento rítmico y orgánico de pulsación y respiración (inspirar y espirar). Es el espacio/tiempo donde dejamos una huella de humanidad en el encuentro con la materia mientras renacemos cada día.
El quehacer artístico supone entrar en un estado de contemplación, acción y pausa, un ciclo permanente entre el hacer, sentir y pensar al servicio de la creación. Podría compararse con un estado meditativo, que nutre al ser en su hacer, en unión con las fuerzas vitales de la existencia. Hasta ahí podemos hablar del arte en su estado de concepción puro.
“Dejamos una huella de humanidad en el encuentro con la materia”
Ahora bien, la obra de arte pasa a otro estado cuando se pone en circulación en el mercado del arte, con el propósito de realizar un intercambio comercial, adquiere otro significado, función y sentido de pertenencia. La obra ahora es un sujeto estético y como sujeto/objeto es contemplado y expuesto para ser poseído. Su valor lo determina el artista, pero sobre todo el mercado del arte en función de la oferta y la demanda.
Una mercancía donde el trabajo del artista es reconocido y remunerado, favoreciéndole llevar una vida digna en reciprocidad por su esfuerzo y profesión. Lo cual considero que es un aspecto fundamental y dignificante para el artista, que como toda persona necesita medios económicos para subsistir y qué hay más gratificante que vivir de nuestro trabajo hecho con pasión y entrega.
Hay que tener en cuenta que en el mercado del arte hay una estructura diferenciadora entre el mercado primario y mercado secundario, dos realidades muy distintas en las que las obras de arte entran a jugar en el mundo de la especulación del capitalismo artístico. Esta fusión del arte y la economía forman parte de una nueva realidad en que la belleza, el goce estético y el deseo de querer poseer lo bello, se pueden comprar.
La Estetización del Mundo (G. Lipovetsky y J. Serroy, 2015) presenta una nueva cara del capitalismo al observar sus incidencias en una visión del arte y la cultura más democrática. El arte y las obras de arte ya no tienen límites en su producción, difusión y valoración.
Por otro lado, tenemos el arte como experiencia (J. Dewey, 2008) que plantea darle continuidad a la esencia del acto creativo y vivenciar el arte más allá de producir un objeto estético y de consumo. En este punto, el arte trasciende de un objeto de consumo para asumirse como un servicio social para la humanidad. Como un medio de transmisión que conduce al ser humano por un proceso de sanación y bienestar a través de la experiencia sensible. Ante este horizonte de posibilidades, el arte y la vida se integran como una continuidad, es ahí donde nos encontramos con el arte terapia y el arte comunitario.
En el caso del arte terapia hay un acompañamiento profesional psicoterapéutico donde a través de la observación del proceso creativo podemos conocer la persona y cómo se siente en relación con el mundo.
De esta manera el terapeuta actúa como un observador, oyente y acompañante de un proceso de simbolización recreativo y sanador.
En este espacio psicoterapéutico que se construye a partir de la confianza, es primordial establecer el vínculo terapéutico, el cual comprende una interacción vivida en total disposición para darle lugar a percibir al otro, sin juzgamientos ni preconceptos.
La metodología de trabajo del arteterapeuta se vale de la utilización de los medios y materiales propios de las artes plásticas y visuales tales como: dibujo, pintura, grabado, collage, escultura, fotografía, video, instalación, performance y técnicas mixtas. Actualmente está regulada dentro del sistema de salud pública de países como: Canadá, Reino Unido, Estados Unidos, Holanda, Suiza y Australia.
En España, está en proceso de regularización. Sin embargo ha tenido muy buena acogida y apoyo por la Federación Española de Asociaciones Profesionales de Arteterapia (FEAPA), definiendo los requisitos de formación y experiencia acreditada que nos capacita para ejercer una práctica profesional cualificada y responsable. “Nuestra Federación y las asociaciones que la integran, garantizan que sus miembros acreditados cumplen los referidos requisitos y, por lo tanto, garantizan a usuarios, profesionales e instituciones, la seguridad y el rigor científico necesarios”. (http://feapa.es/quienes-somos/)
En el caso del arte comunitario, son experiencias creativas que se apoyan en diversidad de disciplinas y prácticas artísticas, como una herramienta de intervención socioeducativa. Proyectos gestados al servicio de personas, grupos, barrios, comunidades y territorios priorizando las necesidades de sus habitantes. Esta bella labor tiene como propósito aportar, mediante procesos creativos en lo individual y colectivo, transformaciones en la calidad de vida, desarrollo humano y construcción social.
Para ello, es imprescindible que se construyan relaciones de confianza, diálogo, respeto y compromiso con la comunidad; y que a su vez, haya participación, colaboración e intercambio de saberes. De esta manera es como podemos re-crearnos y fomentar el sentido de pertenencia, convivencia y desarrollo de las mismas.
Es importante resaltar que los profesionales que intervienen en estos espacios, llevan a cabo una sistematización de la experiencia (O. Jara 2018). Revisando, analizando y evaluando su impacto en la comunidad, para así comprender y ampliar una visión con nuevas narrativas en el territorio que empodere y enriquezca su cultura en función del beneficio común.
Como conclusión, la naturaleza del arte emerge con voluntad hacia la luz de “ser- nos cons-cientes”, manifestarnos a través del lenguaje en plena libertad de expresión, y proyectar nuestros sueños y visiones del mundo, consecuencia de un proceso emancipatorio del arte moderno y contemporáneo, que libera las bellas artes de todo condicionamiento de estándares estéticos y modelos hegemónicos. Ahora nos encontramos con el arte para la vida que busca un camino de sanación individual y colectivo, con la esperanza que este sueño en común lo podamos hacer realidad.
El arte es el reflejo de lo que somos, de nuestra historia pasada, presente y futura. Es el mensaje que como humanidad construimos en correspondencia y reciprocidad con la materia que nos sostiene en este plano material.
“Que el camino sea próspero y la belleza nunca falte.”
Artículo originalmente publicado en ConCiencia Arte Edición 002 en agosto de 2022. Está disponible en línea en ConCiencia Arte Online 002